Nos olvidábamos de las horas en el sofá con una guitarra, hablando en la mesa del comedor, en el suelo, en la cocina. Allí, un día, mientras él lavaba los platos, se le ocurrió: - Sabes? Lo peor es limpiar los cubiertos, no lo soporto! Me hacía sonreír y pensar. Nunca me paré a analizar qué utensilios detesto más lavar! Hará un año que se marchó, pero sigue también en mi cocina. Cada día, fregando los platos, le doy la razón: - Sí cariño, los malditos cubiertos es lo que más me cuesta limpiar.